Desde el verano pasado he estado dando clases en mi propio taller a grupos pequeños, de entre cuatro y dos personas. A pesar de que a veces he pensado que no es lo mejor, a fin de cuentas siempre termina siendo una muy buena experiencia: se crea una intimidad y confianza con el grupo que hace del aprendizaje algo mucho más agradable para las alumnas y para mí. Otro detalle es que todas las plantas que usamos en la clase vienen de mi jardín, así que cada mañana debo salir a buscar cosas interesantes para enseñar distintas técnicas cada día.
Hoy estuvimos trabajando con unos pequeños cebollines -Allium angulosum- que cultivo hace tiempo por sus flores y los trabajos resultaron muy bonitos.
Otra cosa que me gusta de este sistema es que tengo a la mano todos mis trabajos, materiales y libros, lo que enriquece mucho la dinámica de las clases. Cuando es necesario podemos ver libros, sitios web, conversar y salir al jardín. Es informal y a la vez muy productivo.
No sé cuándo repetiré esta experiencia, probablemente el verano que viene, pues en el año me concentro en mi curso en la UC y en mi trabajo personal. Eso sí, estoy segura de que éste no será el último!
Geraldine, tu trabajo me parece precioso!! siempre he querido tomar un curso contigo, espero poder algún día.. los horarios nunca me han acompañado.. :(
ResponderEliminarSlds!